Libro de la bibliografía: 'El misterio de la creación artística'
Stefan Zweig (28 de
noviembre de 1881 – 22 de febrero de 1942) fue un escritor, biógrafo y
activista social nacido en Viena. Su padre fue fabricante textil y su madre era
hija de banqueros italianos, por lo que vivió de manera acomodada. Estudió
filosofía en la Universidad de Viena.
Después de un periodo de
viajes en el que estuvo trabajando en varios puestos dentro del ejército, o
como corresponsal para la empresa libre vienesa o húngara, regresó a Austria,
aunque no ha su ciudad natal, si no a Salzburgo, donde se casó con Friderike
Maria.
Más tarde se trasladó a
Londres y después inició varios viajes por Sudamérica. Tras casarse de nuevo,
siguió viajando por América. Hasta que el 22 de febrero de 1942 su esposa y él
se suicidaron.
Zweig escribió obras como El mundo de ayer, una autobiografía escrita poco antes de su
suicidio; Clarissa, El legado de Europa, Ardiente secreto…
Su libro El
misterio de la creación artística fue publicado en 1938, pero a España
llegó en 1953, traducido por Tristán La Rosa y publicado por la editorial Apolo.
En él trata de explicar
el proceso de creación de un artista, como éste recoge las ideas que aparecen
en su mente y las plasma como si de una acción divina se tratase. Intenta
comprender qué es lo que sucede en el artista, sus emociones, pensamientos,
ideas, cuando crea una obra.
El libro comienza con una recopilación de las ideas que
compartió el autor en una conferencia realizada en Buenos Aires el 29 de
octubre de 1940, junto con otras historias donde narra acontecimientos
relacionados con personas que poseen un don artístico, aunque también hay
algunas donde habla de la guerra o de temas más diversos.
El punto que destacaría sobre el libro es el comienzo del
mismo, ya que la simple descripción de la idea que tiene el autor del proceso
de creación me resulta relevante, básicamente porque relaciona el concepto de
obra artística con un complejo camino que recorren sus creadores, lleno de
obstáculos y misterios desconocidos para Zweig, quien admira este recorrido y
el destino al que dirige. Compara la creación con una actividad divina, compara
al artista con Dios, hablando, preguntándose por ejemplo, cómo puede un lienzo
vivir más que su propio autor; explica que una obra que perdure en el tiempo puede
hacer que su creador sea inmortal, ya no en materia, si no en recuerdos y
atribuciones relacionados con la obra que en su día elaboró. Sin embargo, un
cuadro, una historia, una canción sí que puede sobrevivir al tiempo como un
obsequio del pasado, conservándose en todo su esplendor, para que nosotros, quienes
no soportemos el paso de los años, podamos imaginar y valorar lo que Zweig
comenta en su libro.
Podría considerar como un descubrimiento al leer este
libro la idea que pueden llegar a tener sobre los artistas personas que no
poseen el don del arte. Opino que cada persona tiene sus atributos, en este
caso el autor del libro posee el don de la palabra y del pensamiento,
características que se demuestras a la hora de hablar (ya sea dando
conferencias o en una simple conversación de ‘tú a tú’), pero el don del arte
es más difícil de expresar, ya que no puede ser plasmado de manera tan rápida y
directa.
Ya sea un cuadro, un
libro o una canción, la forma de expresión del artista requiere un tiempo y un
proceso. Es preciosa la manera en la que alaba ese tiempo, porque cuando no
sabes dibujar, por ejemplo, ves complejo el trabajo de otras personas que sí
saben, pero por lo general no se va más allá de lo bonito o feo que te pueda
quedar dicho dibujo, no se piensa en el tiempo empleado en él, en el esfuerzo o
en las ganas que le dedicas, valoran la obra final y punto. Zweig refuerza el
trabajo de los artistas en cada uno de los puntos del mismo, y le maravilla la
manera en la que se realiza el mismo.
Recomendaría este libro a personas a las que les guste
indagar y conocer el arte, a las que valoren los procesos y a las que les guste
pensar. En cierto modo Zweig es un artista del pensamiento, de los comederos de
cabeza y de los temas sociales, los cuales, a mi parecer, son muy interesantes.
Además su manera de expresarse es clara, lo que permite entender mejor,
mediante ejemplos y expresiones, su forma de pensar.
André Malraux, novelista, historiador y político francés
también abarca este tema es uno de sus ensayos llamado La creación artística, en el que explica el origen del pensamiento
artístico.
“La visión de todo
artista es irreductible a la visión común, porque desde su origen está ordenada
por los cuadros y las estatuas, por el mundo del arte. Es revelador que ninguna
memoria de gran artista conserve el recuerdo de una vocación nacida de algo que
no sea la emoción sentida ante una obra: representación teatral, lectura de un
poema o de una novela para los escritores; audición para los músicos;
contemplación de un cuadro para los pintores. (…)Los artistas no se originan en
su infancia, sino en el conflicto con la madurez de otros; no en su mundo
informe, sino en la lucha contra la forma que otros han impuesto al mundo.”
El tema de este libro se encuentra vigente en la sociedad
artística desde que el arte apareció por primera vez, de hecho muchos
historiadores y arqueólogos siguen investigando las pinturas rupestres para
poder averiguar qué pensaban nuestros antepasados al hacer aquellos dibujos.
Tanto cuadros y poemas, esculturas y construcciones a lo largo de la Historia,
qué nos impulsa a ‘crear’, qué pasa por nuestra mente cuando dibujamos un
retrato y le añadimos un toque misteriosamente personal, qué acontecimientos se
relacionan con una etapa precisa de la vida de un autor, qué vidas tenían
aquellos artistas. Preguntas sin respuesta objetiva y que continuamente nos
hacemos para poder saber un mínimo sobre aquellas personas, tan conocidas y de
las que, a su vez, no sabemos nada.
Como conclusión añadiría que el arte está conectado con
la filosofía de cada uno, y eso es lo que hace que nuestras obras adquieran un
toque personal, que adopten parte de nuestra esencia, porque cuando creamos
algo, este ‘algo’ aún estando premeditado o siendo completamente improvisado,
va a ser siempre nuestro debido a ese pequeño detalle propio que le hemos
añadido. Quién sabe qué le añadirá cada uno, y opino que no saberlo es lo
bonito del arte, ese misterio, que te hace pensar e indagar, crear
interpretaciones que le dan vida a la obra.
¿Qué sería del arte sin
gente interesada en entenderlo?
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